Para la mayoría de la gente, los coches son poco más que bienes útiles durante un cierto periodo de tiempo. Para algunas personas, sin embargo, los coches son mucho más y casi como un buen amigo: son un compañero en los buenos y en los malos momentos, un ancla en cualquier situación de la vida y siempre están ahí cuando se les necesita. Probablemente así lo veía Eduard Ecker, porque este rumano con raíces alemanas pudo confiar en su BMW 327 durante casi toda su vida y envejeció junto a él. ¿Buscas coches de ocasión? Los mejores coches segunda mano en Crestanevada.
BMW Rumanía cuenta la extraordinaria historia de una relación de toda la vida entre el hombre y la máquina en el Concursul de Eleganta Sinaia, que se celebró por primera vez en 1934 y ha experimentado un renacimiento desde 2011. Eduard Ecker y su BMW 327 vivieron codo con codo los años 30 y el camino hacia la Segunda Guerra Mundial, la división de Europa y el fin del comunismo, y siempre pudieron confiar el uno en el otro. Como en una relación duradera, no todo salió siempre según lo previsto, pero al final todo salió bien.
La historia comienza en las calles de Bucarest, donde el joven ingeniero y arquitecto Eduard Ecker vio por primera vez un BMW 327 en los años 30 y se enamoró inmediatamente. En 1937, con sólo 25 años, Ecker cumplió su sueño y compró en Bucarest un nuevo BMW 55 CV Sport Cabriolet, como se llamaba oficialmente el coche. Su motor de seis cilindros en línea acelera el coche de sus sueños hasta 125 km/h y garantiza a su conductor una gran atención.
Tras la Segunda Guerra Mundial, comienzan tiempos difíciles para la minoría alemana en Rumanía. Eduard Ecker también lo perdió casi todo bajo el régimen comunista que tomó el poder en 1947: sólo pudo esconder bien su BMW 327, que había sido desmantelado, para salvarlo de la expropiación. No fue hasta la década de 1960 cuando la situación se alivió y Ecker volvió a encontrar un empleo regular. Vuelve a montar su vehículo y por fin puede volver a utilizarlo en la vida cotidiana. A mediados de los 60, tras muchos cientos de miles de kilómetros, el BMW 327 recibe su quinto motor, para el que Ecker tiene que organizar piezas de recambio por medios aventureros.
Sólo el propio Eduard Ecker conocía el motivo del renovado cambio de motor: Cuando solicitó un visado para viajar a Yugoslavia, en realidad perseguía planes completamente distintos. Y cuando el esperado visado llegó por fin en 1969, Ecker y su BMW 327 pusieron rumbo a Belgrado. Desde allí consiguen escapar a Italia, con el depósito y la cartera vacíos, pero por fin al otro lado del Telón de Acero. A través de unos amigos de Munich, Ecker consigue el dinero que necesita para continuar su huida hasta Austria.
Ecker quiere cruzar de noche la última frontera que le queda por cruzar de camino a la casa alemana de su coche, pero durante la noche pierde el control de su vehículo en los bosques entre Alemania y Austria y tiene un accidente. A pesar de algunos daños, no es descubierto y finalmente puede continuar el viaje. Al llegar a Múnich, Ecker se recupera rápidamente, se convierte en ingeniero de diseño y participa, entre otras cosas, en la creación del Parque Olímpico de Múnich y del rascacielos BMW de cuatro cilindros.
Al principio, Ecker sólo mantenía su BMW 327 desde un punto de vista técnico; las huellas visibles de las aventuras que habían vivido juntos permanecían deliberadamente visibles. Cuando Eduard Ecker celebra su 90 cumpleaños tras el cambio de milenio, entrega el coche y con él la historia de su vida al BMW Group Classic. Su condición: BMW puede tener el coche, pero nunca debe ser restaurado o reparado.
En el Concursul de Eleganta Sinaia 2019, el exclusivo BMW 327 celebrará su regreso a Rumanía, medio siglo después de que ayudara a su propietario a escapar de ese país. Cuántos kilómetros recorrieron juntos Eduard Ecker y su BMW solo se puede estimar hoy en día. Pero si se pregunta a los expertos de BMW Group Classic, probablemente sean más de dos millones de kilómetros.