Una prueba exclusiva de una Norton. En este caso, la Commando 961 SF. Una máquina ensamblada a mano en la fábrica de Donington Park, un entorno enteramente dedicado a los deportes de motor. Y los genes de este hermoso coche inglés están llenos de este espíritu. Descubriendo una raza aparte… La rica herencia de Norton se remonta al siglo XIX, cuando James Norton fundó la empresa en 1898. Como digno inglés, este contemporáneo de Charles Darwin se interesó muy pronto por la competición y Norton ganó el TT de la Isla de Man por primera vez en 1907. Como para apoyar aún más el evolucionismo darwiniano, los Norton actuales no se parecen necesariamente a lo que son en realidad. Al menos tienen el mérito de ilustrar el principio inspirado por el famoso naturalista: la supervivencia del más apto.
Acorralada por los depredadores japoneses, la marca tuvo que cerrar sus puertas en 1976. Tres buenas décadas de purgatorio después, pudo contar con un joven industrial emprendedor, Stuart Garner, para renacer trascendiendo su pasado. Hoy en día se fabrican tres modelos de Commando 961 (su cilindrada exacta): la SF de nuestra prueba (25.000 euros), la Café Racer (23.000 euros) y la Sport, todas ellas disponibles con la opción Duo para aquellos que quieran disfrutar en pareja del puro momento rock’n’roll de un paseo en Norton… Mecánicamente, las tres variantes son idénticas: su bicilíndrico en paralelo refrigerado por aire e inyectado por cárter seco tiene dos válvulas por cilindro y desarrolla 80 CV a 6.500 rpm para un par de 90 Nm obtenido a 5.200 rpm. Algunos pensarán que la evolución podría haber dotado a este motor de un arsenal superior, pero veremos que en este caso, la elección es juiciosa. En cuanto al chasis, las tres Norton también difieren muy poco: la Café Racer cambia el manillar tubular de la SF por brazaletes, y la Sport -la menos cara de las tres, 21.000 euros- se conforma con una horquilla Ohlins convencional y pinzas Brembo de anclaje axial. Los periféricos no contravienen el espíritu vintage, pero tienen ambiciones contemporáneas. El bastidor tubular con doble cuna de acero (con un depósito de aceite en la parte superior), los amortiguadores traseros, las llantas y las dimensiones deportivas del chasis son comunes a las tres máquinas.
El observador purista no encontrará mucho de lo que quejarse en una inspección más detenida. Las líneas fluidas pero aerodinámicas del 961 están muy en consonancia con los códigos originales de la marca, como la importancia concedida al gran motor gracias al discreto bastidor. Un Norton es un coche puro y simple, con un volumen puro para halagar el ojo, y sin características superfluas. Por supuesto, hemos visto más elegantes que el selector de marchas conservado, pero algunos toques de carbono realzan el conjunto y, por último, pero no por ello menos importante, la placa de aluminio que indica con orgullo Hand-built in Donington Park propulsa instantáneamente al piloto a un universo de exclusividad. Una Norton es, sin duda, una moto excepcional. ¿Buscas motos de ocasión? En Crestanevada tienes las mejores motos segunda mano del mercado.